Antes la agricultura estaba centrada en la producción. Hoy en día, sin embargo, hay diferentes objetivos y más retos que afrontar. El impacto ambiental de los cultivos, la reducción de costes y un uso equilibrado de fertilizantes son algunos de los factores a considerar en la agricultura actual.
La agricultura extensiva es un sistema de producción agrícola que maximiza la capacidad para la plena productividad del suelo haciendo uso de los recursos naturales presentes en el lugar. Es un tipo de agricultura que se emplea en terrenos muy amplios, con grandes campos de cultivo. Este tipo de agricultura, a diferencia de la intensiva, presenta una menor tecnificación, así como un menor consumo de energía. Por ello, también es menos dañina con el ecosistema.
De esta forma, se consigue llegar a producir cultivos con una velocidad que permite que el suelo se llegue a regenerar entre cosechas, lo que genera un menor impacto en el medioambiente.
Es una agricultura que a menudo permite una certificación de «agricultura ecológica» cuando va acompañada de la no utilización de productos químicos.
En general existen diversas variantes de la agricultura extensiva:
Los cereales (trigo, cegada, maíz...), las semillas oleaginosas (girasol, colza, soja...) y los cultivos como guisantes, habas, etc. forman la mayor parte del sector de los cultivos a campo abierto. África, Latinoamérica, Asia y en los países del Este es donde más se practica este tipo de agricultura.
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