Son cultivos mayoritariamente de ciclo largo, pertenecientes a gran variedad de familias taxonómicas, generalmente explotados en grandes superficies y que se comercializan para el consumo fresco de sus frutos con alto contenido de vitaminas, minerales y fibra.
La naranja, mango, aguacate, piña, fresas, mandarinas, cerezas, manzanas, melones o bellotas son ejemplos de frutales.
Existe una gran variedad de árboles y plantaciones de frutales que, según la zona en la que se cultive, obtendrá unos resultados en términos de calidad diferentes
Como en el resto de los cultivos, para la aplicación eficiente de fertilizantes, se debe conocer la riqueza del suelo y las necesidades de nuestro cultivo (análisis foliar).
Generalmente los frutales necesitan los abonos una vez que se ha salido del reposo invernal y en este orden:
Nitrógeno: Durante la primavera para el desarrollo vegetativo del árbol. Es responsable del crecimiento de las plantas.
Fósforo: En la floración y cuajado del fruto. Participa en la fotosíntesis aportando energía y es capaz de transformar la energía del sol y los fertilizantes y abonos, en alimento para la planta.
Potasio: Una vez endurecido el fruto, el árbol tiene las mayores necesidades de potasio para desarrollar el fruto. Es el mayor responsable de la alimentación del fruto, activador de gran cantidad de reacciones enzimáticas. Otorga vigor y resistencia contra enfermedades y heladas.
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